En mitad del Paraíso
-el jardín de la Memoria-
se abre el corazón del Hombre,
la Rosa nocturna
del perpetuo Misterio.
Los pétalos
que forman la cóncava corola
se velan unos a otros
escondiendo su aroma
-el Alma errante
multiplicada y liviana-.
Como una Ciudad recordada
despliega la Rosa
su curva purpúrea,
su centro floreciente.
Nadie ha revelado
ni revelará nunca
el número de sus pétalos
o gotas de sangre
exhibidas al Mundo.
La Rosa de fuego
se hunde en la Noche
de la soledad,
pero el nuevo día
verá su Victoria
en el Sol que alumbrará la Tierra.
de: Juan Manuel Pérez Álvarez