NUEVE POEMAS DE AMOR Y DE PERDÓN
LA ACEPTACIÓN DEL MENSAJE DE LA VIDA
Buscamos una tierra más allá de la noche,
Donde el Sueño revela la eternidad del mundo.
Su estrella es el espejo del misterio, el abismo,
Entre el cielo y la tierra, luces y sombra, el dios
Que viste nuestro cuerpo y que es nuestro camino.
Se muestra el centinela como el Gran Padre Todo,
Con su visión de fuego que enciende nuestras sombras,
Y ya entre los Dos Ríos la Casa de los Tiempos
Apacienta a los pueblos que cultivan sus campos,
Entre Amor y Dolor el barro de los hombres.
Libres en cada cosa, a su misterio unidos,
Crecen sus frentes hasta la altura de los astros.
Las aradas praderas parecen más extensas,
Los surcos las recorren con un lenguaje oscuro,
Las montañas circundan como un anillo el campo.
Ceres y Baco alternan el cántico del suelo,
Donde las voces trenzan la memoria del tiempo.
Siempre la Femenina, la Madre Generosa
Prodigando sus dones, y el Testigo del Padre,
Abriendo los sentidos a un cielo más profundo.
Se muestran estaciones en la fiel providencia
-
la Virgen con los velos de la luz figurada,
la Justicia enjoyada con el sol inocente,
la Esperanza que nutre al hijo del dios vivo
cuya voz suave entona el cántico del hombre-.
Infinita y remota la vida nos acoge
Con tranquila plegaria. Ella es la Compañera
Del globo de la ausencia que llamamos Memoria.
La posesión olvida, y el genio cae a veces
En una estrecha cárcel donde sangran sus alas.
¡Dichosos los patriarcas, las graciosas mujeres
Y los hijos que hablaron con el mar más antiguo!
Sobre la piedra extensa, la danza de los muertos
Llega como un susurro para anunciar la vida,
Y lo que ahora escuchamos son formas de verdad.
EN CLAVE DE ENIGMA
Yo bebo tu boca en clave de enigma,
Sonora materia dudosa de aromas,
Esposa del tiempo que nunca se ha ido,
Palabra serena, hecha de vacío.
Envuelve la espera un ensueño de flores,
Y mi sombra alzaba su perdida copa,
Memoria que siente la esfera que crece
Palpitando viva en las hojas que nombra.
Abstracta inmortal semilla del Padre,
Que cubres de blanda suavidad el cielo,
En blancas estrellas y en la luz velada,
En íntimas cenas de festín secreto.
La casa del día es un cierto transcurso,
Soñada promesa por otro infinito.
Unido el camino la vida ha formado,
La palabra es solo el perdón del camino.
LA CEGUERA DEL SOL
Al filo de la voz del amor vivo
Que fulge en el fuego que no se apaga,
El ciego dios transita las alturas,
Escribiendo las sombras de los cuerpos.
Su rostro de luz hace la distancia
De la inquieta razón de la plegaria,
Como un canto que en sueños se ha escuchado
Y despierta de millones de sueños.
Entre las nubes, bienaventurado,
El corazón disuelve la amplia muerte
Con el silencio a modo de presencia
En la humildad que el cielo obra en la tierra.
Maestro de virtud, el sol es ciego,
Su causa bella, la verdad contuvo
En los paisajes de la angustia oscura
Que eligieron la mirada por tiempo.
EL DEVENIR DEL ESPÍRITU
Pequeño e íntimo sorbo de fuego,
Misterioso y mensajero amor flotante;
Tú, derramada voz de eternidades
Sin espacio que contenerla pueda,
Verbo de todas las conjugaciones
Como el milagro de la luz del mundo,
Aprendiéndose en el líquido tiempo
Que en un dorado sueño se aparece.
Sereno y fiel devenir del espíritu,
Piedad interna de un recién nacido,
Aura de los instrumentos del canto
Que las cárceles propias desvaneces,
Y anegas la posesión de la muerte
Deshabitando de alma su mentira,
Despertando despacio cada enigma
Con el don musical de las edades.
Libre verdad, que al día te asemejas,
Radiante de los floridos misterios
Inmersos en la transparente noche,
Ven tú al silencio oculto de mí mismo
Y pon tu mano sobre mi costado
En forma de caricia verdadera,
Y deja en mis labios el dulce beso,
El poema, paz de tu sabiduría,
El dios hermano de mi corazón.
LAS ESCALAS DEL CIELO
Ascendiendo y descendiendo
Tejen ángeles la escala.
Exiliado soñó un día
El eterno la armonía.
Toda belleza se entrega
En escalas de la Escala.
Las flores hacen los frutos
De la sombra de la luz.
Los rostros al bien conducen
Trascendiendo los reflejos
De los muertos silenciosos
Que en su laguna vigilan
Como dioses encendidos
En los astros escondidos.
Son las escalas del cielo
Los colores del anhelo.
Movimiento silencioso
Para el consciente reposo,
Para el sagrado esplendor
Que en el tiempo fue dolor.
CUANDO ME DESPIERTE
Cuando me despierte del falso sueño,
Cuando despierte de lo imaginario,
Entrará mi río en el mar sin orillas
Que estuvo conmigo antes de las cosas.
Cuando me despierte de la mentira,
Mis ojos se abrirán para ver todo.
Ni el ayer ni el mañana turbarán
La paz de lo que permanece siempre.
Quedarán en la orilla los vestidos,
Sin razón de ser ya, vana apariencia.
Arrugados, ya no contendrán nada.
La larva de una fe nunca alejada,
De nuevo los devolverá al principio.
Así es la parte que al todo regresa.
Desnuda paz, mi cuerpo descubierto
Conocerá las aguas del origen.
Los mensajeros no serán extraños.
Serán uno mensajero y mensaje.
Me acogerán los tiempos entreabiertos,
Y tú también, amada, oh tú verdad
Por quien mis labios suspiran palabras.
Y vosotros, rostros reconocidos
Que siempre habéis estado en mi interior,
Amigos de mi exilio, fieles dioses.
Cuando me despierte ya no será
Preciso recordar. El cuerpo vivo
Se hará lo más pequeño y más sublime,
Lo más radiante, que ahora está escondido.
El territorio frágil del espíritu
Que de ruidosos mundos resucita,
Para albergarme en infinito abrazo
Como antes de sumergirme en la noche.
SOSTENIDO EN LA LIBERTAD
Sostenido en la sola libertad
Sin dueño alguno,
Tomo en la mano la tierra y el cielo
Y los integro cual si fueran uno.
En el lugar del encuentro me observo.
Parezco otro, soy otro también.
El miedo que me ataba a aquella sombra
Era la luz en que ella se deshizo.
Ya no miraré atrás para huir de mí,
Porque no hay nada fuera que no sea
En la verdad y no me pertenezca.
Modelando estas formas que aparecen
Busco la forma de mi identidad,
Sin separarme nunca de mí mismo,
Fiel a lo que no desaparece,
Sostenido en la sola libertad.
LOS LÍMITES DE LA EMOCIÓN
Ningún motivo recoge el espacio.
Es el espacio la emoción sin cuerpo.
Boca abajo absorbido,
Amaneciendo en una luz dispersa,
Penetra en los mundos imaginarios
Y los disuelve en destruidas normas,
Y el velo natural de nuevo nace.
Abrasada la divinizada fórmula,
La forma del mundo desvanecida,
Los continentes vuelven a ajustarse
Trascendiendo la antigua perspectiva.
Golpeando las estalladas flores
En las montañas de razón lejanas,
Denunciando un orden de represiones
Y un cuerpo de pintada fantasía,
Sin detenerse en la imagen mentida,
Banqueteándose en lo continuado,
Obra equilibrio entre los dos opuestos
Que impulsan el camino hacia delante,
Lo común que sin propiedad existe.
LA SOMBRA HUMANA
Se adentra en la tierra luminosa,
La habitación de los rostros intactos
Que se descomponen en el enigma,
En el abrazo que creando se acerca.
Por el oscuro sol la sangre fluye
Resplandeciendo en la plástica mente,
Mano que sin cesar de amor embriaga
Saliendo de los taladrados sueños
-
los pies y manos que se han liberado
de la imagen fundida en transparencia-.
Oh salmos del amor pacientes sombras.
Consumada la unión de los paisajes,
La luna en otra luna se desnuda.
Su pálido lugar la voz despliega
En el abismo ya sin semejanza.
La sombra humana: destinos de sueños
Conjugan el verbo de oculta acción,
Y aunque en el llano permanece el cuerpo
Yacente ya como una última imagen,
Los rayos de los ángeles penetran
Su sombra como vaporosa nube,
Blanqueando los contornos, elevando
La forma sigilosa a la verdad,
Para que no haya duda entre nosotros.
SIETE POEMAS DE DESARRAIGO
LAS LINTERNAS DE LA CIUDAD DESDOBLADA
No duerme nadie.
Lorca
Un bloque de cemento preserva la muerte
De la incontaminación de los siglos.
Congelado en su cripta, lo sagrado vela
En un museo de opacas vitrinas,
Y martillos y yunques se suceden, se escuchan.
En la ciudad desdoblada no hay hombres ni hay mujeres,
Hay hilos que caminan por los centros comerciales,
Y escorpiones dorados, enjoyados, en farolas húmedas de sal.
La ciudad desdoblada se separa de sí misma
Como la ley de los matrimonios,
Pero su falso fantasma no desaparece.
Los cubos de basura sueñan revoluciones.
Se despliegan las calles en pantallas sonoras
Y los seres humanos se confunden en el cine
Con pálidas diapositivas de puestas de sol.
Los periódicos lo saben: “ayer ha sucedido,
Y hoy es una sombra protegida”.
En los bancos se esconden las ilusiones
Avergonzadas a la luz del tiempo impuro de los relojes,
Porque los héroes son carteles pegados con angustia
A los cristales que gritan entre anuncios,
Invitando a la tortura de olvidar cada día.
EL ROSTRO BORRADO
Los temores de la guerra de antaño,
Los abanderados sueños que pelearon con los hombres
E incendiaron los templos más allá del mar,
Los ídolos del oro y de la plata,
Las brillantes cadenas de los siervos golpeados,
Lo que yace en el clásico sepulcro
-
antigüedad de la memoria en vela-
ha vuelto a almacenarse para un banquete fúnebre.
Ardiente cementerio de suicidas armas
Levanta tumbas sin nombre con ilegibles signos
Para la madre y el hijo, para el esposo y la esposa,
Para los vivos que aguardan el tránsito de los muertos.
Había niños que jugaban con sus manos
Calcinadas por el odio maldito del verdugo,
Dibujando el universo, pintando la verdad
En el sucio papel de lija
donde se afilan navajas parecidas a ideas.
Ay de aquellos que borran las imágenes del dios de la vida
En el rostro de los hombres y de la mujer sagrados,
Ay de los que envenenan almas y se ocultan
Bajo uniformes sotanas de miedo,
Porque días vendrán en que su naturaleza
Los negará a sí mismos como a ella la negaron.
El rostro borrado que en el espejo del cielo
Resplandecía entre doradas nubes,
Volverá a recuperar su forma libre,
Y será la única luz que nos ilumine
Y los rayos de su paz la única gloria,
Cuando el tiempo haga vanos los intentos
De separar las almas de los cuerpos
En nombre de algún falso sacrificio
Que la lengua del tormento pronuncie,
Cuando el rostro borrado de la muerte
Sea el rostro manifiesto de la vida.
EL DIOS MORTAL
A un dios mortal, visible,
A un dios sensible hecho de nosotros,
A una muerte que ha de obrar lo eterno
Librando de cárceles el mundo,
Para que nada desaparezca
Y alcance el reposo de lo más próximo,
Todo se ha de despertar ahora
Del interior donde durmió su tiempo,
Ni lo más remoto será excluido,
Recuperado ya dios en el hombre.
A un dios mortal, y vivo y verdadero,
A la piedad del ser siempre cambiante,
En el occidente del sueño extenso,
A la palabra en llama pronunciada
Que hace temblar y transformar el mundo,
El eco que sucede de nosotros,
Los tiempos heridos de libertades,
Los días que en vacío se renuevan
Engendrados en la forma del canto.
Sea su paz de nuestro amor desnuda,
Sea su voz la noche del viaje,
Sea su cuerpo más allá del sueño,
En la fuente quieta del gran perdón.
LOS TESTIGOS DEL AMOR
Los niños cantan sobre los raíles del último tren desaparecido
Impulsando el viento humilde en las alas de los pajarillos.
Los cráteres de las palabras segregan rancia materia,
Los billetes de banco saltan de la boca del falso profeta.
Vestidos de nubes azules, dos jóvenes ángeles arrancan los frenos
De un autobús volcado en la carretera,
Mientras algunos muertos jugaban al dominó
Mutilados junto al fuego, en un cuadro de estudiadas costumbres.
Las metálicas armas gritan como cigarras ruidosas
En el frío de la noche donde se alza dura otra luna.
La embarazada escondida entre ruinas daba a luz
Una criatura con dientes y uñas rebeldes.
La teología es una cruz pintada sobre un muro.
Los abandonados sueñan en su parque de atracciones
Con un tuberculoso que parece un mesías
Envuelto en vendas de hospital, saliendo del sepulcro de la enfermedad,
Sentado a la orilla de una tubería rota.
Los pobres se lamentan frente a un templo de oro lívido
De las vanas injusticias de los dueños del vertedero.
Los jefes del uniforme escuchan, paralíticos y temblorosos,
Escondidos en brillantes automóviles.
Ellos son.
Los antiguos fundadores de la ley de la apariencia
Cuya muerte se descarna en deformes calaveras.
El espejo del alma, el invisible tiempo
Marca los negativos de las fotografías
De sangre viva que abrasa paulatinamente
Como llama interna los corazones secretos
De los muertos que se esconden en los perfumados mitos,
De las flores que crecían sobre las heridas tumbas,
Los testigos del amor en el cielo de la nada.
EN EL INTERIOR DE LA CARNE
En el interior de la carne hay corpúsculos
Que corretean como pequeños escarabajos.
En el interior de la carne
Hay descarnadas estatuas de huesos,
En el interior de la carne hay
Una nada muy primitiva,
En el interior
De la carne no hay en absoluto vida,
En todo caso una máscara que tiene ojos de piel rasante
Y navega cantando por una profunda herida.
LOS COLECCIONISTAS DE CADÁVERES
La esfinge sin ojos de un antiguo motivo histórico
Mira con las gafas de una niña que saborea un caramelo.
Los órganos de un inmigrante vendidos en pública subasta
Parecen joyas de asfalto en los cuellos de las damas de un salón selecto.
Ahí están, han bajado del avión los coleccionistas de cadáveres
Con un cinturón de basura y un revólver en los dientes.
Su cortesía se distingue por un irreal intercambio de manos,
Y por el olor de su ropa sucia a cadáver disecado.
En el parque de atracciones los asesinos de inocencias
Lamen los esputos sangrientos de sus botas avergonzadas
Con fórmulas escogidas, nidos de larvas de insecto,
Ocultan con vana fantasía la verdadera mentira de sus almas.
“El negocio de la guerra es el dios que nos protege”
Claman poseídos de llaves que los manejan.
Han bebido por legado de los antepasados
El ordeñado excremento de un veneno
que se acomoda a la estrechez de sus venas.
Volcado en mesas de ciencia reducida
Su dinero rueda y suena a hueco,
Continúa por sus mentes resonando
Como una macilenta trompeta de acero.
Sus aguijones se clavan en las mujeres que dan a luz
Y se enredan como serpientes intoxicadas
Al bastón de los ancianos.
Con la lepra que contagian,
Firman la muerte del pobre
Al que adoran como un ídolo y matan como a un gusano.
En su riqueza hambrienta entre agonías consumen
El combustible del mundo que los encierra
En dormitorios de angustia,
Y no son humanos tampoco,
Son fantasmas que en la externa cueva del miedo deambulan.
Sombras de vida que se han negado y atragantado en sombras,
Planas imágenes millonarias
En el lugar del amor,
Enfermas magias novelescas que se suceden ocupando el tiempo,
En los espejos opacos buscando iluminación.
Los coleccionistas de cadáveres nunca han existido en ningún universo posible,
Son espejos que reflejan en el mal de las ruinas privadas su necesaria extinción.
MISERICORDIAS
El vómito del mar desenreda
Las lianas que cubren crucifijos de óxido tibio,
Descendiendo por las caderas del amor abandonado
En insultos con forma de paloma,
Una cátedra de matemática simetría que imita
La improbable labor de dos querubines en celo,
Se columpia en las flores de los volcanes y edifica
Un espectáculo de entusiastas babosas de consuelo.
Una reunión de comentarios agrada
A los intestinos de las mariposas
En tanto se desangra en la cocina del crimen un recién cebado sufrimiento
Con lágrimas guarnecido por un muñón informativo,
Y en cada lágrima un fusil con
El ruiseñor de un infinito.
Un dios creado por el temor se vende en estampas
Automáticas con dientes y garras desplegadas,
En pianos bien afinados asesinan a un pasajero sin pasaporte
A cada doble movimiento del bolsillo;
Un funcionario del odio fabrica un rinoceronte que se parezca a una bailarina;
Las dos caras de la moneda son los dos intérpretes de un
Eficiente martirio.
La lírica arrogancia de la caricatura
Posee el secreto del corazón de las lavadoras,
Y los enemigos parecen amigos en un anuncio de tiempo programado
Con una civilizada violencia suprimo
La existencia de una parte del mundo
Y en cavernas televisivas veo
A un condecorado sentimiento disfrazado y difunto.
Cuando beso tu boca recuerdo que soy propietario
De un mobiliario que no se mueve,
Y arrojo mi dentadura postiza, rezando,
Al depósito de los futuros amaneceres.
EL MILENIO Y OTROS POEMAS
EL MILENIO
La piel del dolor gotea a las lejanas estrellas
Derribadas en transparencia incierta que nos mira.
Por las pupilas incendiadas corren tigres misteriosos
Son los vientres oprimidos del oráculo del tiempo.
La increada estación padece una muy frágil memoria
En los ojos y manos suaves del campo siempre sonoro,
Pero al cristal del cielo donde anida el principio del año,
Se le han pegado estucos de hierro en forma de águilas negras,
Se han unido mosaicos de dioses reducidos a luciérnagas,
Y el sol y la luna atraparon brillos de metal esclavo,
Y el mundo ha mostrado al mundo un traje de luto hipócrita,
Pues una polilla afilada horadó de nuevo, con inflamada experiencia,
Los tristes esqueletos de los barcos varados en el torrencial silencio.
De una costa sin luz emigraron los divinos muertos del pasado extinto,
Con las monedas de corazón duro saltando de las bocas incendiadas;
Incluso los terrestres animales, despojados de inteligencia,
Han abierto las cárceles del alma y han liberado a sus elementales reinos;
Incluso, santos y ascetas, han parecido sonámbulos
Mientras los mendigos fantásticos dejaban su puerta entreabierta.
A través de los claustros del misterio se cruzaban las prostitutas con los héroes,
En periódicos archivos de soledad las letras tiemblan de frío grávido,
Los enfermos de los hospitales lucen un anillo de oro en cada dedo que nos toca,
Por las calles ríos de música quiebran la paz de bancos y estanques ahogados.
Puedes rasgar, oh congraciado tiempo, profeta y poeta libre,
Dios eterno de humana luz vestido, humillado,
La ilusión de los templos vacíos, y las vanas academias
Donde se adoran los nombres de quienes nunca negaron la vida,
Pues su libro estaba escrito en la sangre mutilada de los siglos,
Que fueron corderos mansos de gozo a sus manos aliviados.
Muchos hubo que vistieron su vergüenza con espectros
Con oxidados signos que herían los senos maternos,
Muchos hubo que negaron la palabra de esperanza
A los desvalidos niños
Exiliados de su oscuro mundo.
Las ventanas se han abierto en los sentidos,
Y las fundidas cadenas se derriten al calor de un abrazo verdadero,
Y se aprecia cómo los vivos no caben en las fosas ausentes,
Y cómo no se acomodan los paraísos a los cementerios.
Este es el gran milagro: no aprendimos lo que sabemos,
Sino que nos fue revelado el interior de nosotros,
Con sus normas que escribieron las penas del condenado
Hemos figurado el mundo con trascendencia de fuego.
Por las ruinas de la música aún soñaban los pastores las canciones,
Cuando del círculo terrestre se descolgaron los teatros de muñecos,
Y todavía el último actor se fingía entre estertores
Cuando abandonaron la nube de voces los escenarios polvorientos,
Y los uniformes de vomitivo lujo
Se quemaban gritando en las olas del misterio,
Y la riqueza de los paladares del venenoso humo
Se clavaba a la melancolía de los muertos del sueño.
Así, con familiares dolencias, compartidas y en tinieblas,
Alegraron las almas creativas de los abismos ciertos del universo,
Como si nada hubiese acontecido separándolos,
Como si siempre el hombre en otro origen hubiese habitado su primer cuerpo.
LAS ALAS
Por una oculta intuición el cielo muestra la tierra
Resumida en el espacio del espíritu envolvente.
Sola, la isla de la vida, arraigada como un árbol
Se desnuda de las hojas de la muerte.
Los astros de metal luminoso, emocionales, lejanos,
En círculos se enamoran de la noche de su oráculo,
Del fondo de los océanos del amor la materia abre sus alas al interior sueño de la memoria,
Y la frente de los enigmas penetra en la temblorosa imagen
Deshaciendo los mundos nacidos de su delicada inconsciencia.
Tus ojos de sombra cósmica son la única luz del cielo
En la atmósfera vacía y portentosa de divinos ecos.
Tu voz me conduce, materna, a los lugares que discurren
Por las vértebras del alma desde las que estoy diciendo;
Las alas reales vuelan por las entradas de un secreto sueño,
Y el movimiento desaparece en una permanente calma.
El ritmo creador de las alas se alterna en el tacto desconocido,
Y los nombres se disuelven desde el húmedo canto sin forma
En las cerraduras de cada miembro
Realizando la sagrada suavidad de los firmamentos infinitos
Que en inquieta piel se definen, en sucesión de ingrávida verdad,
O de un sendero de espíritu cierto.
Tus ojos de sombra cósmica son la única luz del cielo,
Las nubes se adelgazan al contacto de nuestros dedos,
Cuando la piedra natural se transfigura en río,
La mirada es un ave tenue sobre una aguja entregada,
Con párpados de sangre el alba convierte el bosque en una sola cascada,
Para que lirio y loto en la mano articulen la extendida palma.
En la rama brotada del vientre de la hierba flotan los tiempos como
Un susurro de alas.
Se escucha el pasaje del oído que siega la noche en llamas blancas;
Los campos sosegados atraviesan
La dureza de las montañas.
Tus ojos de sombra cósmica son la única luz del cielo,
Colmados de racimos y de granadas
De rendidos pensamientos;
Se devoran los instantes encadenados al líquido
Misterio;
El abismo afina el violín o la cigarra del sentido
Desierto.
La mueca del mar se detiene salida del
Rostro del aire;
La mesa del encuentro se nutre de sembrados
Ángeles,
Y los activos crepúsculos rompen el grito en los cristales.
Tus ojos de sombra cósmica son la única luz
Del cielo;
Las alas impulsan un viento de voluntad,
Las alas de nuestros cuerpos.
La libertad ha surgido de la cintura de
Un silencio,
Aliento de almas que existen
Al compás de contrarios espectros.
TRÁNSITO
No oyes ni ves nada.
Es el rumor de la vida que pasa.
Es el río silencioso que se desborda en continentes,
Son las luces del alba con el
Brillo redentor de los juguetes.
No lo supieron las damas de sal que rondan
Estatuas huecas de pensamiento,
No lo supieron los buques ciegos del paciente regreso.
Es el tránsito milagroso, siempre por suceder de nuevo.
Aquí y ahora y siempre otro sol pende de un sueño,
Y el camino divide las aguas del ayer y del mañana,
Y es el único bastón en la sencilla encrucijada.
Simple y sereno mirar desde afuera de lo mismo,
Para percibir la visión original de las visiones
En un real ministerio de actuales imaginaciones
Como el tránsito nos conduce hacia
El esperado silencio del encuentro.
LAS RAÍCES DEL FUEGO
Las raíces del fuego se persiguen en el infinito próximo,
Se buscan en el cielo misterioso las raíces del fuego,
En la claridad de los rostros que entre astros se mantienen,
En los campos enamorados de la tarde que llora angustia
Tardía.
Las raíces del fuego devoran lentamente los edificios
Las raíces del fuego queman las miradas sin pestañas que vigilan
La noche;
Ciervos milagrosos beben corazones en forma de agua.
Las raíces del fuego difuminan la legalidad de las excusas;
Las raíces del fuego llegan adonde
El reflejo del hombre no llega.
Las raíces del fuego nos salvarán algún día de nuestra
Propia ignorancia;
El pecado y la culpa y el tiempo serán abolidos por las raíces del fuego;
Nacerán de la mentira y de la muerte como de un buen
Firmamento.
La materia llegará a celebrarse cuando encuentre las raíces del fuego.
EL POEMA
El poema acudió en oculta forma al silencio
Conmemorado de ardientes memorias;
Desvaneció la ecuación del amor que abrasaba los
Altos cerros de una crítica señal
Belleza misteriosa,
Se posó en los estantes del vacío como un pájaro herido
En el plástico corazón de la sombra,
Y la figura emoción del infinito en la tormenta del lenguaje
Habitó con nuestra libertad de luz la verdad devastadora.
BELLEZA Y VERDAD
La belleza es un trago de inmensidad que elimina
La marca calcárea de la muerte.
Una danza de mundos semánticos en rotación
Perpetua,
Que en la tendida cuerda de la verdad avanzan
Cual soñadores funambulistas manifiestos de pronto.
La verdad es una tensa cuerda,
Sujeta por extremos que equilibran su fuerza.
La belleza es una fantástica sombra
Que en la ciega luz transita hasta hacer la mirada sólida,
Lo mismo que la tierra virgen nunca antes descubierta
Que se desnuda de pragmáticos vértices en la atmósfera de la huella.
EL BANQUETE
Cierto misterio nos alimenta en el centro
De la máquina mortal del sentido,
Destruyendo sus huecas formas liberando su húmedo espíritu,
La primavera se remonta a la aventura
De cristal magnético
Que un detenido recuerdo resplandece
Como limpias estrellas de silencio,
Y las cadenas se desintegran en notas de música interna,
Silbando a un rebaño de lobos que se ahogan
En estrangulada ceniza,
Porque el banquete la sangre el camino nunca han sabido terminar,
Asomados a un desolado frío,
A una impureza depuradora que los salva del sueño de sí mismos.
Sacerdotes impúdicos se revuelcan como cerdos
En el fango de los limbos recién nacidos;
La mesa se despliega para dioses y hombres que viven de la misma manera,
Con túnicas de una profunda soledad, ungida la piel
Por su propia y buscada nada
Que acepta el rostro tal vez sagrado del desconocido,
Y ya el taladro de un trueno en la báquica copa ofrecido
Nos quema la angustia de la muerte y nos transforma en vacío creativo,
Celeste voluntad nos enamora y nos entrega a lo que amor nunca nombrado
Amamos y vivimos,
El alimento es una luz desorientada a la que otorgan
Poder nuestras manos,
El eterno que su crisálida ha roto
Porque no hay mundo fuera de nosotros.
Decidimos el mundo que habitamos.
NATURALEZA
Hazme de nuevo emerger, naturaleza inquieta,
Desde el fondo de una brisa de humano aroma,
En la rueca de los tiempos deshojados
Las campanas de metal indefinido
Aumentan un carillón de medicinales tallos de submarinos asombros,
Naturaleza extática, devoradora de vacío espíritu,
Destructora de bombas y relojes fabricados de duda,
Sombra perfecta de mí mismo,
Virginal materia de conceptos prostituidos,
Como la piel del mental océano convertida
En transfigurado sonido.
Latir íntimo del amor, aquí
Tú verbo incendias de paz las montañas,
Arrastras residuos de multitudes arrancados sintagmas de puro exilio,
En la desposesión de las nubes errantes de agua celeste,
Y en la danza de las estrellas temblorosas en la negra boca de un
Misterio compartido en un corporal sueño de
Solar entrega,
Regalo mortal de un paciente vehículo desmedido.
Como si otro fuera, el otro siempre vivo,
Más allá de la mentira atormentada que reduce la tierra a un planeta evadido,
A una pelota de causas que rueda en nuestras celdas de tiniebla,
La imagen de la imaginación he bebido
Y su velo se ha rasgado en un temblor consciente,
Y la memoria era la mesa, el testimonio y el testigo
Del paraíso de la destrucción del tiempo,
El desarrollo de mi pequeña semilla que extiende sus raíces
Por una verdad secreta;
Tampoco solamente humano, bueno o malo
En una separada norma;
Tampoco solamente divino, la alta majestad de la visión remota.
Me quedo aquí, hecho de nuevo, aceptando
El regalo del transcurso,
Identificado con el amor que me acoge
En su vientre de oscuro tesoro desnudo.
FIN DE “EL MILENIO Y OTROS POEMAS”