Sed claros cuando digáis la palabra
y no os importe gritársela a un sordo,
porque la voluntad siempre os escucha
y en los demás os cultiváis vosotros.
Sed humildes en decir la palabra,
pues no sois más que nadie que os escucha.
No habléis de lejos. Acercaos al hombre.
A su oído llegad. Que no os confundan.
Sed constantes en amar la palabra
de la que no decís más que una parte.
Todos sois necesarios para todo
pero cada uno es todo. Nada es nadie.
Sed libres cual virtud de la palabra.
Sabed que algo divino hay en vosotros.
Un milagro de amor os acompaña,
pues sois la voz de lo oculto y remoto.