Para encontrarme
no puedo buscarme,
me entrego a mi más viva imagen:
a ti,
caminando por calles de silencio
edificadas cual casa en tu ausencia
vacía de tu gracia, mi alegría.
Estos muros de barro no te acogen,
pero son tierra que se mueve a ti,
y no he de maldecirlos. Son tu nombre.
Estos muros fortifican mi amor,
el milagro que nació ante mis brazos,
son ellos los testigos de la vida
- jardín de inocencia del fiel encuentro
por el que pierdo lo que a mí me pierde,
por el que gano lo que a ti me lleva-.
Abres mis ojos y veo tu voz.