El brazo del amor un cielo extiende
sobre la tierra de los sentimientos,
y ya el sentido de su luz libera
hacia su claridad la verde hierba
y los árboles de raíces profundas
-que beben semillas de un sol secreto
de un arcano que late en voz marina-
disuelven las fronteras del dolor no nacido.
No vistas tú las nubes de batallas de fuego.
Ni dejes de compartir la mirada
incluso con el que no te conoce
y se arropa en su muerte cual gusano.
Las uvas cuelgan del cielo hacia tu boca.
Toda alegría a ti te pertenece,
ni una amenaza turbe tu sosiego.
La real visión de tu alma te dirija
y en su trono con su paz te desposes.