Espíritu de espera,
cuerpo que a lo lejos brillas,
y que compartimos en la comida,
y que en la bebida saboreamos
mientras humanos juntos nos sentimos,
más allá de la soledad del miedo
y de las fieras que inquietan el tiempo.
Espíritu de paz, de confianza,
ala de luz que a nuestra mesa llegas,
vida que de verdades resplandeces
y en los oscuros nombres te adivinas.
Aún aquí, en el dolor de nuestra culpa
no abandonaste a quien no supo amarte
para enseñarle cuál es tu medida
y en qué mundo puede caber tu abrazo
que reanima la carne que declina.
Espíritu que todo lo entregaste,
hasta la libertad, tu plena vida,
y que quisiste hacer de mí tu amor.
Acógete en la casa de mi sueño.
Transfórmala en tu corazón eterno.