APOLOGÍA DE LA ALEGRÍA – EL SENTIDO DEL TIEMPO

 

Y para el cruel que me arranca

el corazón con que vivo,

cardo ni ortiga cultivo.

Cultivo una rosa blanca.

José Martí

 

A nadie considero un enemigo.

El mal es lo que atrás dejé al nacer.

De la gracia de tu alma soy mendigo.

Ella es la misma en nuestro libre ser.

 

Ni yo seré superior a ninguno,

ni a otro superior declararé.

Ni para ti será mi yo importuno

ni para mí será pobre tu fe.

 

Como eres en mi amor toda importancia

y su llama se alimenta de ti,

en tu corazón yo fundé mi estancia,

y ella ya existe más allá de mí.

LA FÁBULA DE LA LECTURA – el sentido del tiempo

En esta concha de sombra,

en la venera íntima de la mente

que se abre como una rosa a la luz,

leo las letras de los sentimientos

como un contrato en que todos los hombres

participando, encarnaran la vida.

Escriben cada cual con sus tinieblas

por tinta, en el libro del recuerdo,

abismo que cuando la luz lo toca

se vuelven claridad todas las cosas

e incluso veo a través de mi cuerpo.

Mi alma – lo más mío de mí mismo,

por donde te conozco- se modela

cual perla de nácar en esta sombra

de mi alcoba, aún poco iluminada.

Y en ella la belleza toda cabe,

no para sí, para otra luz futura.

La nota del interruptor se apaga

antes del sueño que antecede al día

y las letras y el libro se deshacen.

Pero en el más allá de la ventana

una luz nueva irrumpe y me despierta.

Los recuerdos del libro de la noche

son ahora estos paisajes que me nombran

de la misma materia de tu voz.

CONFESIONES E INFORMES DE LA RAZÓN – el sentido del tiempo

 

 

Hoy he estado hablando con un hombre orgulloso

con una carpeta negra bajo el brazo,

con unas gafas oscuras y un cigarro en los labios.

La conversación fue simple:

le pregunté qué era el mundo,

quién era yo, quién era él,

quiénes éramos nosotros, para qué lo seguimos siendo.

Él me respondió con una firma, y se fue.

 

Ayer estuve hablando con un hombre orgulloso

desde un automóvil como un dragón de hierro,

con un mando en la mano de gruesos botones

escondido en un frac de cementerio.

Me respondió lo mismo ( pero no guardo la firma).

 

Cuando volvía a mi hogar recordé quién era

el hombre orgulloso de los días pasados

que no miraba nunca cuando hablaba,

que se escondía en mi propio temor.

Detrás de su máscara estaba yo,

y, junto a mí, el hermano al que siento.

Nos reconocimos en el abrazo.

Desde entonces

no he vuelto a conversar con extraños.

TESTAMENTO, LEY Y MUNDO – EL SENTIDO DEL TIEMPO

 

 

Nada poseo yo. Ni tú tampoco.

La tierra se vacía en nuestra alma,

las riquezas juntas hacen el sueño

siempre antiguo, de relatos y mitos

de otros hombres que nos legaron muerte

y una palabra brillante de fuego.

 

Ahí están los palacios de los mares,

los monumentos rotos y las ruinas

de las épocas. Ahí el astuto griego,

ahí el fiero romano, el niño indígena,

el judío de la ley de piedra,

el árabe del desierto y el viaje.

Ahí el cristiano aún no arrepentido

que lo natural vuelve invento suyo,

que construye autopistas y edifica

normas, y de prejuicios hace estado.

 

Todo está ahí. Suspendido en el tiempo

de la mirada. Herida necesaria

para nacer a la salud sincera

del amor, escala de tanta muerte,

Padre para el que solo somos Hijos.

EL LUGAR ES LA ESPERANZA – EL SENTIDO DEL TIEMPO

 

Aquí,

en tu casa,

el pozo de la noche,

el jardín luminoso de tu amor

y el mar al fondo, diluido.

 

La silla de sombra

que sostiene el suspiro de mi cuerpo,

y el alma en hierba y flores esparcida,

y, nunca arrepentidos, libres pájaros.

 

Un tesoro de agua

bebida por los árboles fulgentes

en el centro de la tierra cantando

sube, himno lento, al cielo de los ojos,

ala distante que acaricia el día.

 

En el templo del aire

oigo latir el mundo en ti, de nuevo.

A LOS POETAS – EL SENTIDO DEL TIEMPO

 

 

Sed claros cuando digáis la palabra

y no os importe gritársela a un sordo,

porque la voluntad siempre os escucha

y en los demás os cultiváis vosotros.

 

Sed humildes en decir la palabra,

pues no sois más que nadie que os escucha.

No habléis de lejos. Acercaos al hombre.

A su oído llegad. Que no os confundan.

 

Sed constantes en amar la palabra

de la que no decís más que una parte.

Todos sois necesarios para todo

pero cada uno es todo. Nada es nadie.

 

Sed libres cual virtud de la palabra.

Sabed que algo divino hay en vosotros.

Un milagro de amor os acompaña,

pues sois la voz de lo oculto y remoto.

¿DÓNDE ESTOY, EN QUÉ PARTE DE TI? – EL SENTIDO DEL TIEMPO

 

Para encontrarme

no puedo buscarme,

me entrego a mi más viva imagen:

a ti,

caminando por calles de silencio

edificadas cual casa en tu ausencia

vacía de tu gracia, mi alegría.

 

Estos muros de barro no te acogen,

pero son tierra que se mueve a ti,

y no he de maldecirlos. Son tu nombre.

Estos muros fortifican mi amor,

el milagro que nació ante mis brazos,

son ellos los testigos de la vida

  • jardín de inocencia del fiel encuentro

por el que pierdo lo que a mí me pierde,

por el que gano lo que a ti me lleva-.

 

Abres mis ojos y veo tu voz.

ECCE HOMO

Pero yo no soy trino,

no soy divino,

solo soy el camino.

Ángel Soldevilla

 

 

 

A través del cristal de la mirada,

la voluntad luminosa penetra

como vuelo divino en mi mañana.

 

Las manchas de mi ser no impiden verla

y la dirigen aún a mi pupila

absorta en las raíces de lo eterno

humanamente, cual recto camino

cuyo destino por tu vida viaja.

 

Mi hogar es el cristal,

pero tú lo atraviesas con tu mano santa.

EL DOLOR CURADO Y TODOS LOS MILAGROS

Este veneno que me has escanciado,

oh libertad, en mi bebida humana,

que en el dolor hizo nacer mi canto,

-espina de la rosa de mis dedos-

no destruirá mi voluntad de amarte

aún cuando los miembros del vivo cuerpo

dormidos, en olvido se sumerjan.

 

Nunca desaparecerá esta hora

eterna de la creación del tiempo.

Ni tú ni yo podemos no encontrarnos

ni la separación podrá ofendernos

cuando el amor de muerte nos levanta,

cual fuego que ha deshecho

la dureza de nuestro sentimiento

y cambió las propiedades del mundo

que se ha formado a partir de nosotros,

oscuridad que alienta nuestra luz sentida.

PIEDAD – EL SENTIDO DEL TIEMPO

En el centro del mundo una mujer estaba.

 

Su nombre era Ausencia,

y en el sol del misterio se arropaba.

 

Antes que todo ya existía

y las ondas del bien eran su piel de fuego

y sus vestidos eran la lengua de las cosas,

y sus ojos hacían la mirada del tiempo.

 

Antes de todo resplandecía su nada.

 

La dama, sin saberlo,

por un amor invisible creada,

guardaba en sí el secreto de la vida

y en sí misma, el Sentido ya habitaba,

pero era aún su voz melancolía

porque sola, sin el ser, se encontraba.

 

Su aliento tomaba muchas formas,

mas ninguna permanecía estable.

Como un suspiro todas la dejaban.

 

Como un sueño sus palabras huían

y el silencio de una última palabra

buscaba un nido donde cobijarse

cual paloma que vuela apresurada.

 

Era su ignorancia la tristeza.

No obstante, dentro de ella,

en el vientre tan débil de su cuerpo

el mundo nuevo y pleno se gestaba.

 

Y ella no lo sabía,

y era virgen a su propia conciencia,

y su propia experiencia la turbaba.

 

En su dolor buscaba el nacimiento

de una verdad que su vida expresase.

Al término de todo ella esperaba.

 

El dolor cesó.

Su mal salió de ella.

El bien se presentó ante su mirada.

 

Era el mundo un hijo suyo,

un oscuro amor era su padre,

y el hijo en su sentido se encarnaba.

 

El hijo era el universo.

La madre era el alma.