CANTO AL KILIMANJARO

 

De todas las cosas conservo el alado

principio de amor que me dio la vida,

y tu ardiente alma, oh monte dichoso

y precioso al borde de los cielos.

 

Tu cumbre nevada es pura y solitaria,

lejos del bullicio de la tierra herida,

tus laderas descienden y se arraigan

lentamente al antiguo silencio del suelo.

 

Eres enigma y a la vez remedio,

eres discurso sin engaño,

beso sin medida

y piel del horizonte.

 

Consuela tu vista mi melancolía

– la nostalgia innata del viajero

que se sabe extranjero en este mundo-;

haces que rejuvenezca mi rostro.

 

Roca de recuerdo, sílaba en mi lengua,

no puedo olvidar tu dirección

ni tú puedes dejar de librarme el sentido

atado a la miseria de sus culpas.

 

Te contemplo y digo ¡para siempre!,

el despertar del tiempo para siempre,

la gloria del encuentro para siempre,

la verdad del suspiro para siempre.

 

No temo nada ya, tan solo quiero

tener tu materia en mi memoria,

tener ante la vista tu mirada

que me hace caminar hacia la vida.

 

De «Propiciación»

AMAR NO TIENE TÉRMINO

 

Amar no tiene término, ni lugar, ni cita,

amar es remontarse sobre las cosas que somos,

ir más allá del paisaje de lo observado

y darle vida con el río de nuestra voz

que en el mar del vivir se vuelve canto de gloria

y creación sin tacha de infinitas ondas libres.

Alzado sobre los días de mi existencia

habita de aire limpio el pulmón de mi vacío,

copa de sombra que bebe mi tiempo,

trono arrojado en la tierra del llanto.

Está latiendo en mi y yo lo escucho

si pongo mi oído en el corazón del hermano,

el otro yo que justifica mi vida,

y no puedo escuchar el mío si él no lo escucha.

No he visto el Amor, porque el Amor es un término,

una palabra salida del verbo amar,

amar no tiene nombre que lo contenga

si no es el de la entrega conjugada en los demás.

Pero amo, y alguien ama por mí en presente,

alguien ama para que ame,

ese que resume a todos a los que amé,

el Amante Perfecto, el verbo por el que amo.

El sol y la luna son testigos de mi tiempo,

pero mi voz enamorada, sin pecado de duda

concebida

adquiere la forma mansa de cada parte de mí,

y se enciende invisible,

en el cenit de mi visible cielo consciente

y como animal paciente,

paciendo en mi voluntad,

se vuelve lámpara incorpórea,

comparable solo al cuerpo de la luz cotidiana.

En los brazos extendidos, en el abrazo de mi tiempo,

en la suma perenne de cada hombre y cada mujer,

encuentro mi despertar y mi redención,

como centro – el de cada corazón-

del día expandido del universo.

Mi sangre no corre solo por mis límites,

porque mi sangre se ha vuelto ilimitada

derramándose por nuevas sendas hasta los astros del sueño,

que como ropa antigua abandona la cárcel de la muerte

para ser por siempre

el feliz reino del canto comunicado

en el banquete que ha curado todas nuestras heridas

erguido sobre el espacio indefinido que nos une.

De «Propiciación»

LA VIDA

 

La potencia de la Tierra

-virtud de Dios-

es la extensión del universo,

en donde las semillas luminosas

de las estrellas engendran al Hombre

desde el interior, desde el círculo

de la Existencia. Desde la Palabra.

La sangre se hace luz,

y la luz se hace cuerpo

– máscara de barro

que contiene el Sol en su piel extensa

como un mar interminable

en el abismo del Ser-.

El Creador es su Criatura

-pues el espejo contiene la imagen

del rostro del que mira-,

Dios es el Hombre.

Ahí mora la Rosa del Misterio

que flota sobre el agua de la Nada.

El Espíritu

anima el movimiento del Amor

y configura el Tiempo- la Verdad-.

De «La Semilla en el Surco»

 

 

CUARENTA Y CUATRO

 

Se estremece mi carne pensando en ti,

se estremecen los montes de mi deseo,

entra en erupción mi pecho

y mi corazón te busca como lava fundida

y en las noches más oscuras te veo.

Mi carne es como una lira

como las cuerdas de la lira que tocas con tus dedos;

mi carne te espera a la sombra de mi espíritu.

Está hecha de la piel del tiempo.

Se estremece mi carne pensando en ti,

me vuelvo invencible si te siento,

apaga este deseo con tus caricias,

apaga con tus besos mi deseo.

Que tu cuerpo florezca junto al mío.

A ti te entrego todo mi cuerpo.

De «Versos de Amor de Alcoba»

CUATRO

 

Hay tesoros escondidos en tu vientre

tierno a mi contacto,

hay horizontes nunca insospechados,

hay paisajes debajo de tu piel.

A ciegas te busco envuelto en llamas

y tú absorbes el poder de mis entrañas

para hacerlo renacer de nuevo.

En un instante el tiempo

se vuelve semilla,

y tú haces florecer su verdad.

De «Versos de Amor de Alcoba»