XXII

 

Árbol de la trascendencia

que, junto a la blanca tapia

de la luz, del fondo surges

e invisible te levantas

por encima del tejado

de la solitaria casa

del mundo, por fuera oscura,

y por dentro iluminada.

Mensajero de oro puro,

música de las montañas,

limpio perro de silencio,

lago de agua enamorada.

Yo, a la sombra tuya canto,

patria dulce, fiel morada.

 

Son tu tronco el sentimiento

y tus ramas la palabra.

 

Surtidor de confidencias,

sobrenatural cascada,

vida y ley del universo

y sus sensibles pantallas.

Arlequín de los colores

y texto de mental carta,

eres la Sabiduría,

eres alegría y alba.

Infinitas son tus hojas,

cada una una esperanza,

enunciados de un mensaje

que es el tiempo y nunca cambia.

 

Son tu tronco el sentimiento

y tus ramas la palabra.

 

Son tus labios en el viento

cada hoja de tus ramas-

cuchillos de fría nieve

que sus silbidos desatan,

y son tus raíces profundas

capitales deseadas,

que a través de tierra oscura

nos conducen a tu patria.

Debajo de tu corteza,

la savia del sentir pasa,

hacia tus frutos verbales

que en el paladar del alma

se deshacen en delicias

y en alimento nos sacian,

cual sueños que verdaderos

en nuestro cuerpo se encarnan,

 

Son tu tronco el sentimiento

y tus ramas la palabra.

De «Poemas de la Luz Invisible»

XLVI

 

Esta es la noche de los pensamientos,

cuando los ríos duermen y las lechuzas vuelan;

cuando los perros ladran a la luna lejana,

cuando todo lo cubren plegarias y lamentos.

Esta es la noche lenta del exilio y la ausencia,

cuando los ecos tristes en la mente resuenan,

cuando, cruel, la esperanza se remite a mañana,

dejando en el sentimiento una amarga conciencia.

Mas, suspensa en la noche, libre el alma –la luna-,

en su pálido espejo que las estrellas velan,

sueña la luz perfecta de la pronta mañana,

sueña el alba naciendo en transparente cuna.

De «Poemas de la Luz Invisible»

 

FELIZ LUGAR

 

Donde lo sucesivo se haga simultáneo,

y el río que vivimos, nuestro yo, tiempo muerto,

desemboque en el tú libre y extemporáneo

en cuyo mar el sol es un postigo abierto.

 

Donde la paradoja en la igualdad perfecta

de la ciudad radiante de nuestro amor interno,

cambie en metamorfosis la curva por la recta,

y la mente soñada reine sobre lo externo,

 

donde la alegría ágil mane en serena fuente

de la roca legal de la naturaleza,

y sea nuestra patria un prado transparente,

¡el Dios de la palabra, donde la vida empieza!

 

De «Poemas de la Luz Invisible»

ESPEJO

 

Aunque muchos parezcamos

uno somos en el mismo Sentimiento,

que respira eterno a través de nosotros,

y las cosas, los sencillos elementos

nos vinculan a la unidad que amamos

en el tiempo, que es un solo momento.

Un espejo es el mundo. Su instrumento

armoniza en la Conciencia la verdad

-sustancia de unidad-

y el yugo impuesto de la diferencia

-humana vanidad-

compone en su perfecta asiduidad

la divina alma de la trascendencia.

 

De «Poemas de la Luz Invisible»

LITURGIA

 

Que la imagen vuelva a la Palabra,

que el río regrese a su corriente

y que el Sol de la Verdad sea el eje de la Tierra

en medio del mar del universo,

en la Música silenciosa de la Vida.

 

Sea el Tiempo Dios

y la Sustancia el Hombre,

en la semilla invicta del Origen.

De «La Semilla en el Surco»

ANTROPOLOGÍA

 

El Cuerpo hunde inmóvil

sus raíces en la Tierra.

El Alma es la que camina

recorriendo el universo.

El Hombre está en el Alma,

en la Voluntad,

-la piedra del Corazón

donde está escrita la Ley

del Tiempo-.

El Hombre está en el Alma,

en la esencia de fuego

que se enciende en la Noche.

El Hombre está en el Alma,

en la parte más pequeña de su Cuerpo,

en la Semilla.

De «La Semilla en el Surco»

TIERRA, MUJER, BELLEZA

 

El animal de la Nada es extenso como el fuego,

pálido como el firmamento,

blando como la Sustancia,

rápido como el río.

El animal de la Nada es suave como la Tierra,

azul como el infinito,

misterioso como la Rosa.

No tiene partes, es un Todo

de perfecta sincronía.

Es el Tiempo que lleva a término

el nacimiento del Hombre.

De «La Semilla en el Surco»

LA LEY

 

El Hombre asciende al Monte

de la Contemplación

para ver la Tierra fecunda

a sus pies,

donde el animal de la Nada

se extasía

en la visión de la Rosa del Misterio.

Allí, en la piedra

escribe su nombre

para que el Tiempo

no lo borre nunca

de la Escritura que es Espíritu:

Amor.

La Ley se hace Naturaleza

en las cosas,

obedece a la voz del Hombre

y por siempre alumbra su cuerpo

como un Sol de Justicia

que llena la Tierra

con rayos de Vida.

El Hombre escribe su Palabra

de cuatro letras:

Amor.

En torno a ella se ordenan

los astros refulgentes

como satélites de un solo planeta,

del Uno que dirige la Existencia.

El Hombre asciende

a la Cruz del Encuentro,

a las moradas del animal de la luz,

a las puertas del palacio de Dios.

Allí escribe su nombre,

en la piedra de la Verdad,

en el Silencio.

De «La Semilla en el Surco»

EL CAMINO DE LA VIDA

 

Es el camino una ficción del Hombre,

del centro íntimo de toda cosa,

la progresión que no termina nunca,

el mar del movimiento permanente.

El camino es Dios.

Dios es creado por el Hombre

a su semejanza; el es divino

e inaccesible, pero su Verdad

es el humano mismo, su secreto.

Dios es Verdad solo en cuanto a lo humano

que nunca muere, es Creador y Criatura,

es luz y sombra, Nada y Todo, Alma y Cuerpo.

Dios es el Hombre

que derrama su semilla

en la Tierra

como el agua nueva, que riega para siempre el universo.

Es el camino una ficción del Hombre,

pero en el Hombre se hace verdadero.

De «La Semilla en el Surco»